“Yo no quiero llamarme como me llamo…” comienza una célebre canción del cantautor Alberto Cortés y Facundo Cabral que me encanta y mira que hoy lo creo.
El pasado domingo salí a pasear con mis niñas a un parque. Como es de costumbre, la salida de fin de semana con ellas vino acompañada de carteras, pulseras, collares, “lipsticks” y los amozamientos de temporada. K, en esta ocasión decidió deleitarnos con un conjunto rosado y un collar a cuentas multicolores con la palabra “happy”, que en español significa “feliz” al final.
Luego de las piruetas y maromas del día observé que el collar se había volteado hacia atrás y K tenía el “happy” en su espalda. Mientras ella jugaba lo arreglé y en cada ocasión volvía atrás. Luego de varias ocasiones, no se si para que la dejara quieta o por que no le gustaba me dijo:
K: -Mami, a mi me gusta así
Yo: -¿Así como?
K: – Así para atrás
Yo ingenuamente le digo:
Yo: -Mami, pero si el collar está hacia atrás no se puede ver lo que dice.
K: – Pero a mi me gusta para atrás.
Yo intrigada y esperando una respuesta de la última tendencia de usar cosas “al revés” sigo insistiendo…
Yo: – Y… ¿por qué te gusta para atrás?
K: – Así los de atrás pueden ver lo que dice.
¡BOOM y BOOM! 15 segundos de silencio de mamá, que quienes me conocen saben es bastante difícil, siguieron esa contestación. No me quedó mas remedio que cerrar con un…
Yo: -Es verdad ;0
Justo cuando, como típica mamá, hilvana una respuesta para ilustrarle el por qué debía poner el collar hacia su pecho …. retumbó su respuesta en mis oídos.
Cuando llegué al carro no me detuve y comencé a escribir y reflexionar acerca de estas sencillas y sabias palabras de mi pepita.
¿Cuántas veces en la vida te haz presentado ante otros tal y cual un producto? ¿Cuántas personas haz conocido que ponen por delante sus títulos y certificados, sus vivencias y experiencias, expectativas y garantías al conocerte? Da la impresión que se venden como un producto de góndola en el cual la divulgación de lo incluido, en la mayoría de los casos garantiza la calidad de este.
En una sociedad donde presuntamente los títulos abren puertas, explotamos las promesas e inflamos las expectativas para abrir caminos a nuestro favor por lo que entendemos o aparentamos ser. Luego con el tiempo, cuando todo se desinfla y la realidad aflora, nos percatamos que en las relaciones humanas y en la vida no existen etiquetas ni garantías.
Así con el tiempo cuando lo esperado se incumple aprendemos que los lazos y las posibilidades de las relaciones humanas y profesionales no se crean a partir de lo que fuimos o alcanzamos sino a partir de lo que ahora creemos y somos. Quizá esa sea la razón principal para evitar las desilusiones humanas. Hay que vivir la vida de manera que el único juicio que ejerzan los demás sobre ti sea la reacción de estos a la experiencia de conocerte y de compartirte.
Mi niña, en su ingenuidad, pudo entender esto. No es necesario ir creando en los demás el juicio de lo que somos por lo que hemos alcanzado, nuestros títulos, los que decimos o vestimos. En todo caso dejemos que sean ellos quienes descubran su propio juicio tras el habernos conocido. Ciertamente en la mayoría de los casos la hipótesis será muy diferente a la conclusión.
Deseo que en tu vida seas conocido por la fragancia que dejas tras tu palabra, tus gestos y tu presencia. Que se hable de tu salida y no de tu entrada. Vive cada día de manera que no tengas que anunciarte sino que los demás concluyan quien realmente eres.
Yo no quiero llamarme como me llamo
yo quiero que me llamen fábrica, campo
pueblo del sur, amigo, sudor, trabajo
yo no quiero llamarme como me llamo…
Extracto de canción Yo no quiero llamarme como me llamo
Facundo Cabral y Alberto Cortés
Lo Cortés no quita lo Cabral
Sobreviviendo pa’ atrás
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